La independencia

Jorge Alberto López Gallardo

Paso del Norte, Junio, 2001.

 

Sin poder moverse y sin poder hablar, con las sirenas como fondo musical y los faros de policía iluminando las paredes, el estomago le empezó a avisar que aún vivía.  Al escucharlo dar señales de vida, Marta lo reanimó en voz baja:

No se me asuste, mi amigo.  Ya pasó.  Si quiere vomitar nada más voltéese para aquel lado.  Pero no haga mucho ruido.  No se vaya a levantar porque lo ven por las ventanas.

 

Había perdido la noción del tiempo.  Podría haber estado ahí veinte o cuarenta minutos, tal vez una hora.  Lo único que le indicaba que el tiempo había transcurrido, era un incipiente dolor de espalda.  Era cansado estar escondido bajo la cama en un suelo de cemento. Volteó la cabeza, lo único que podía mover, Marta seguía escondida ahí a su lado.  Al otro lado de la habitación distinguió unos estáticos pies femeninos.  Mentalmente empezó a hacer cuentas:

Al menos he oído dos sirenas de policía.  También oí llegar dos ambulancias, ¿o fue nada más una?  No oí a los bomberos ... de seguro no estallaron las molotov, a cada rato fallan.  ¿Cuántos balazos escuche?  A ver si la policía no empieza a revisar todo el barrio casa por casa ...

 

Las sirenas se fueron acallando a la distancia.  Pero sabía que los carros de policía aún seguían circulando, los destellos rojos y amarillos que taladraban la oscuridad de la habitación así lo indicaban.  Empezó a recapacitar sobre lo sucedido:

¡Que desmadre se armó!  ¿Ya sabrán en casa lo que pasó?  Ojalá no, para que no se asusten.  ¿Cómo lo voy a arreglar?  Ya de por sí ando mal en la escuela, y ahora con esto, ... apenas está oscureciendo, no es tan tarde ... ojalá pudiera salir rápido para llegar temprano a casa y no tener que dar explicaciones.  Pero si me voy ahora, es seguro que me detienen.

¿Habrá habido muertos?  No creo.  De seguro estaban disparando al aire.  Al menos heridos sí hubo, pues se oían las ambulancias.  Pero no han de haber sido muchos, porque las ambulancias ya no volvieron por más.  A menos que nada más se hayan llevado puros detenidos.  ¿Irá a salir en la tele?  Ojalá no, aunque mi jefe nunca ve las noticias locales.

Pinche Rigo, siempre metiéndonos en líos son su movimiento.  Ahora sí de seguro nos corren de la escuela, ... aunque no tienen porque hacerlo, andamos fuera del Tec.  Aparte no saben quien vino y quien no ...

Pinche güey, me acuerdo que dijo “... vamos a la manifestación, va a estar a toda madre”.  Ahora sé que tan “a toda madre” se ponen estas cosas.  Al principio no estaba mal, pero de seguro alguien nos vio haciendo las bombas molotov y le dio el pitazo a la ley.  Pero ¿quién y cómo?  aquí ni teléfono hay.  Lo bueno es que esta señora nos metió a su casa a Marta y a mí, si no ... la chinga que nos acomodan.

Tiene huevos esta Martita.  Yo en cuanto vi el desmadre me escondí, pero ella ... siguió afuera un buen rato más.  Se me hace que tengo más miedo yo que ella.  Bueno, también es la primera vez que vengo a uno de estos líos.  Ellos ya hasta conocían gente aquí en este barrio, yo ... no sé ni donde estoy.  Aparte, si nos agarra la poli, a ella por ser mujer no la madrean tan gacho. 

 

Y así, esa autoconversación duró vaya usted a saber cuanto.  Dentro de su exaltación, se dio cuenta que hacía mucho, tal vez nunca, que no platicaba tanto consigo mismo.  Sería que tal vez no fue sino hasta hoy que tenía algo importante que decirse a si mismo.  En tan amena autocompañía no se dio cuenta cuando llegó el atardecer, ni cuando este se marchó, ni cuando llegó la noche.  Pareciera que el estrecho espacio bajo una cama tuviera el poder de constreñir el espacio y el tiempo.  De pronto se estremeció, recordó que sus problemas aún no habían terminado.  Afuera de la humilde vivienda, la policía, ahora un poco más estática, seguía vigilando las calles de terracería y los terrenos baldíos que circundaban el lugar:

Por ahí andan, cabrones muchachos. Fíjate, de repente se ven los cigarros prendidos entre los matorrales.  Si por mí fuera les echaba bala, ... en cuanto nos descuidemos nos avientan una molotov, y adiós patrulla.  ¿Crees que les hayamos quitado todas las bombas?  ¡N’ombre!

¡Vagos cabrones! Se deberían de poner a estudiar.  Ya van a empezar aquí como en la capital.  No se van a calmar hasta que Echeverría no les eche a los granaderos como el año pasado allá en el Distrito.  Es lo que se necesita, ¡mano dura!

Pinches muchachos.  !Que corretiza me hicieron dar!  Por poco agarraba a una, pero cuando dio la vuelta en una esquina se me desapareció.  Pa’ mí que se metió en una de las casas.  ¿Vamos a ver?

 

Respiró profundo y esbozó una sonrisa de satisfacción.  Aún tomando en cuenta lo espinoso de la situación en que se encontraba, aquello no estaba tan mal.  Al final de cuentas, sumando costos y ganancias, el día no había sido una pérdida total.  Una experiencia más, tal vez la única “revolucionaria” que iba a haber en su vida, pero sin duda algo más que contarle a los nietos.  De ser detenido, al no presentar resistencia se salvaría de una tunda.  Si lo capturaban dentro de aquella vivienda no lo iban a poder inculpar de nada grave.  Una multa, una noche en la preventiva, y luego a capotear el regaño de papá.  No estaba mal el precio para lo que había sido la aventura.  Más relajado, pero aún abajo de la cama, su espíritu se reavivó aún mas al oír a la dueña de la casa:

Señorita, ahora sí ya salga.  Usted no joven.  Usted quédese ahí otro ratito.  Mire, tome poquita agua con azúcar pa’l susto.  Todavía no se van, pero ya casi no pasan.  Al cabo, si vienen les decimos que usted es mi hija.  Nada más quítese los lentes para que no parezca tanto estudiante.  Mire, póngase este chal.

Gracias.  ¡Ay señora!  No se como agradecérselo.  De no haber sido por usted, me hubieran partido la cabeza a macanazos.  Son unas bestias.

Pues sí, pero a ustedes ¿quién se los manda?  Con la policía no se juega.  Lo buenos es que no mandaron al ejército, ¿se imagina?

¡Ni lo mande dios!  ¿Pero porque habrá venido la policía?  Ya esta es la tercera junta de vecinos que hacemos y nunca habían venido.  Ni modo que digan que venimos de agitadores, usted sabe que lo único que queremos es que les metan el agua y la electricidad.  Y no somos de ningún partido, como para que dijeran que les estamos echando tierra al PRI.

Baje la voz, que todavía andan por ahí.  ¿No quiere un cigarrito pa’los nervios?

Yo sí.  ¿Me pueden aventar uno acá abajo?

No joven, no me vaya a quemar la colcha.  Mejor espérese otro ratito. 

Oiga señora y ¿a cuantos se llevaron?  ¿hubo heridos?  ¿sí oyó los balazos?

No, pues yo ni cuenta me di.  En cuanto oí el primer disparo, metí al joven que estaba aquí en la puerta quesque pidiendo botellas.  Lo metí y le dije que se tirara al suelo, y yo también me escondí.  No fue sino hasta al rato que me asomé y de casualidad la vi correr a usted, que fue que le abrí la puerta para que se metiera.

Y que bueno que lo hizo, señora.  De no haber sido por usted, me matan.

 

Nunca había oído una conversación tan agitada y en voz tan baja.  Pero a pesar de que la plática entre su compañera y la forzada anfitriona le estaba respondiendo muchas de sus propias dudas, su mente no logró seguirla y se escabulló en direcciones inesperadas.

Ahora sí la vi cerca.  Bien me decía mi hermano “no te metas, con el gobierno no te metas”.  Con razón ha habido tanta matanza en México.  Pero esta es la primera y última vez que ando en estos líos.  Ahora sí a portarme bien, mañana mismo le digo a mi jefe que nunca más vuelvo a ir a otra manifestación ... Se va a poner re-contento.

Me acuerdo cuando estaba preocupado por la huelga en el Tec, “... quisiera que no fueras tan listo,  que no entendieras de que se trata, preferiría que estuvieras tonto y tenerte sentado en una silla a que andes por ahí arriesgando tu vida”.  Que exagerado ¿no? aquello no era para tanto.  Esto sí, pero la huelga no.

Pobre jefe, siempre le exagera a todo un poco.  Como a él lo crió su abuela, quiere que todos vivamos protegidos como creció él.  Si por el fuera ... no estaría amarrado en una silla como él dijo, pero sí todavía me estaría metiendo a las nueve de la noche a la casa.  Sería el basquetbolista modelo, como mi carnal. 

Pero por otro lado estas bestias no tenían porque intervenir, y menos en la forma en que lo hicieron.  ¿Que tiene de malo que organicemos a los colonos para que metan el agua?  Ni que fuera malo que tuvieran agua.  De seguro vinieron  porque la organización de colonos está fuera de la CNOP§ , y el PRI quiere obligarlos a que se incorporen.  Pero con los estudiantes no van a poder...

Ya me imagino lo que va a pasar mañana... pintas, secuestros de camiones, manifestaciones.  Van a querer que suelten a los que metieron al bote.  A lo mejor hasta empieza otra huelga ...

Son difíciles estos tiempos.  Mi papá siempre nos critica, pero es difícil saber que hacer.  ¿Cuando vamos a tener un gobierno justo si no hay quien le ajuste las cuentas?  Los de la generación de mi jefe no van a hacer nada.  Ya nomás llegan a los treinta y se jodieron, se transforman en uno de ellos.  Como que les da miedo arriesgarse.  Tienen miedo perder el trabajo valemadre que tienen.  Y oídos sordos, ya no entienden nada, no se puede hablar con ellos, se rompe la comunicación.

¿Yo que les diría a mis hijos?  No sé, tal vez lo que me dijo el profe Armijo: “... vayan a la junta del consejo técnico, ahí van a aprender más que aquí en mi clase”.  Quien sabe, a lo mejor salgo igual de maricón que mi jefe ...

 

Y así, en pleno descubrimiento de él mismo, aquella tormenta de ideas, la excitación del día, y el cansancio físico y mental, lo hicieron caer en un profundo y repentino sueño.  Pero aún en el sueño, los argumentos en pro y en contra de aquellas actividades políticas siguieron enarbolados a todo lo alto.  La discusión continuó, pero ahora con nuevos participantes ...

¡Diantre de mocoso maricón!, ¡tu sí que abueleaste!  Si le van a entrar, éntrenle, pero de a de veras.  No nada más anden pitando en el carro con sus banderas blanquiazules.  Así no cambian nada.

¿Que quiere jefe? ¿que nos vayamos a agarrar a madrazos con la policía?  Ya sus épocas de guerrillero quedaron atrás.  Su querida liga comunista 23 de septiembre se acabó en los setentas.  ¿De que sirvieron los muertos y encarcelados?  Véase en el espejo, ya no se usa el pelo largo ni las bombas molotov.  Ahora se abren espacios democráticos, pero por las vías legales.  Es la única manera de no ahuyentar a la inversión extranjera. 

¡Maricones!  Eso es lo que son.  No quieren arriesgar nada.  Nomás quieren calmar la conciencia.  A la primera chanza agarran hueso y se olvidan del pueblo.  Están igual que los del PRI, nada más que ahora se dan aires de pureza democrática.  No organizan a los trabajadores, ni siquiera les hablan, hasta sucios les parecen.  Creen que diosito les dio el permiso para gobernar.  ¿De que sirve de que anden por ahí pite y pite ondeando banderas?  ¡Niños ricos!  Deberían irse a las colonias a organizar a la gente, a meterles el agua, drenaje, luz.  Nada más quieren lo fácil.

Usted y su populismo.  Ya la Unión Soviética demostró que eso no sirve.  Si quiere buenos servicios, necesita buenos administradores, estudiados y con buenos salarios.  ¡Imagínese!  Si para que hubiera agua tuviéramos que ir los del PAN a meterla a todos lados, ¡nunca acabábamos!  Va haber agua cuando haya impuestos suficientes para garantizar un mínimo de servicios públicos.  Por eso el presidente ha pedido el aumento de los impuestos ...

¡Ya callate!  Haz lo que quieras.  Pero ya te dije, si quieres ir a tu caravana de apoyo, consíguete tu propio carro. ¡Caravanas! ¡Hazme el favor!  Ya ni siquiera caminan, ahora hasta las marchas son en carro. ¡A ver si estas cachetadas te quitan lo pequeñoburgués!

 

En ese momento, en perfecta sincronía con los golpes que le propinaba a su hijo, un policía golpeaba fuertemente la puerta de la vivienda,

¡Abran!  ¡Somos policías!

Si, ya lo oí, pero no le voy a abrir.  Dígame que quiere. 

Abra por favor, señora.  Andamos buscando a los vagos de la manifestación. Queremos revisar para ver si no le metió uno.  Son peligrosos, ¿sabe?

No se preocupe, aquí no estamos más que mi hija y yo.  Y nada más son dos cuartitos, así que ni modo que alguien se meta sin que nos demos cuenta.

Por su propia seguridad, déjeme revisar, o le tumbamos la puerta.

¡Ándele! usted que me tumba la puerta y yo que le aviento la bacinica, al cabo que ya está llena.  Y luego le junto a todos los vecinos, ¡a ver de a como nos toca!  Si quiere que le abra, tráigame una orden judicial.

Bueno señora, cálmese.  Lo dejamos bajo su propio riesgo.  Ahí se lo haiga si le pasa algo.

Si, muchísimas gracias por su preocupación.  Es usted muy amable.

 

Tras guardar silencio unos segundos, habló en voz baja dirigiéndose a Marta,

Desgraciados, como si no los conociera uno.  Ya me imagino si se llegan a meter.

Ay señora, gracias de nuevo.  La estamos metiendo en apuros, y usted sin deberla ni temerla.  Oiga, ¿y de veras le hubiera aventado la bacinica?

No, como cree, ni bacinica tengo.  Pero usted no se apure, que de aquí no la sacan.  Yo creía que ya se habían ido, ya ni se oían.  Pero ahora sí parece que ya se van.

 

Momentos más tarde, luego de esperarse un rato para que el policía se alejara un poco, se asomó por la ventana y agregó:

Ahora sí ya se fueron.  Se subieron en la patrulla y se fueron. Allá se ven las luces... Y usted como sigue, joven.  Está muy calladito.  Ahora si ya levántese.

Gracias.  Me acabo de despertar.  ¿Cree que me dormí?  Tuve una pesadilla.

Pues como no, con tantos sustos.  ¿Qué soñó?  ¿que lo agarraban?

No, aunque eso hubiera estado mejor que lo que soñé.  Pero mejor creo que nos vamos ¿no Marta?  Ya es tarde.

Sí, vámonos.  Pero mire amigo, para despistarla, desfájese la camisa, quítese los lentes, y nos vamos abrazados, como si fuéramos novios.  Nomás no se lo vaya a creer, ¿eh?

¿Como crees?  El pelón es mi amigo.

 

Minutos más tarde, salía de la vivienda una pareja muy distinta a la que había entrado.  Desaliñados, en camiseta, con la camisa atada a la cintura, y con un pañuelo sosteniendo el pelo, trataban de camuflarse confundiéndose con el paupérrimo fondo social de aquella zona.  Después de despedirse de la amable señora, se colgaron uno del otro, tratando de lucir perdidamente borrachos de amor, y empezaron a caminar serpenteando entre los arroyos secos que funcionaban como calles.  En cuanto se alejaron unos metros, Marta empezó el diálogo:

Ahora si mi amigo, dígame que soñó.  Ha de haber sido algo grueso, pues no lo quiso decir frente a la señora.

Pues sí estuvo grueso.  Más que sueño fue como un destello del futuro.  Una amenaza.  Imagínate Marta, soñé que ya estaba en el año dos mil, que estaba casado y todo, y que tenía un hijo ya grande como de veinte años.  Pero aquí es donde viene lo malo, en el sueño mi hijo ¡era panista!  Y para acabarla de amolar, el PAN ya le había ganado al PRI y estaba en la presidencia.  ¡Échate esa!

Ah caray, ¡dios nos libre!  Eso sí que fue toda una pesadilla.  ¿Y porqué habrá soñado eso? 

Pues ni idea tengo.  Pero eso sí, desde mañana le echamos más ganas al movimiento, no sea que mi sueño se vaya a convertir en realidad.  Vamos a citar a reunión urgente de consejo, tenemos que sacar a los que hayan metido al bote.

¿Y tú crees que los suelten?

Vas a ver que sí.  En cuanto les quememos unos cuantos camiones nos los entregan más rápido que pronto.  Y si no, pues les secuestremos al profesor Varela, ya ves que está trabajando en el municipio.  Y así, ¡me canso que nos los entregan!

¡Caray, que decidido se oye!  Hasta se parece al Rigo en lo animado.  Bueno, a ver que pasa.  Ya veremos mañana, mi amigo, ya veremos.  Pero por lo pronto apúrele, porque ya no pasan la ruteras, y todavía falta mucho por andar ...  El PAN en Los Pinos , ¡ah que tonterías se le ocurren! ...

 

Y así, bajo el luminoso telón de estrellas con el que regularmente se cubre el desierto chihuahense, aquella pretendida pareja de tórtolos barriobajeños, se encaminó rumbo a las lejanas luces de la ciudad, dejando atrás las oscuras calles - sin electricidad - y viviendas - sin agua - de la colonia Independencia.

 

FIN

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